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Francisco Cabanillas Bowling Green State University...desde la literatura. Si Augusto Roa Bastos se...

Date post: 05-Nov-2020
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Francisco Cabanillas Bowling Green State University LA POLÍTICA DE LA FICCIÓN: LA RENUNCIA DEL HÉROE BALTASAR La renunciadel héroe Baltasar es, según su autor, Edgardo Rodríguez Julia, una novela "capricho" influida por las propuestas de, entre otros, El Bosco y Goya, la literatura erótica del dieciocho, la parodia, las texturas lingüísticas, el virtuosismo, las crónicas y lo que el autor llama el ejercicio del poder. Me interesa en este trabajo desarrollar una lectura a partir de esta última propuesta, "el ejercicio del poder"; que yo, a mi vez, renombro como "la política de la ficción." Por "política de la ficción" debe entenderse, en las tres instancias que discuto más adelante, el planteamiento de una relación hegemónica en la cual, de una u otra manera, el ejercicio de la literatura impugna y, dentro de cierta justicia poética, sugiere a favor de una relación democrática. En La renuncia Edgardo Rodríguez Julia plantea y desarrolla un silogismo delirante como tributo a la razón impura; su caprichosidad es una medida de su rigor lógico, o virtuosismo, dado al delirio. Ubicada en el siglo XVIII puertorriqueño, la novela narra la invención de un conflicto político-erótico-racial en el cual el blanco poder político hispano, representado por la Iglesia, es neutralizado, paralizado por el negro "ingenio" afropuertorriqueño, representado por el excéntrico "héroe Baltasar." Como dije, se trata de una invención; añado además que se trata de un robo en dos sentidos, cuya calidad de hurto conforma en gran medida la política del texto. Por un lado, el negro Baltasar le roba al obispo no sólo el juego político que éste instaura sino, más importante, la racionalidad del mismo -más adelante veremos hasta dónde lleva Baltasar la racionalidad del obispo. Visto desde un ángulo metafórico y un tanto paroxístico, África, en calidad de 'el otro', asume para llevar más allá de la aporía el engranaje de la razón occidental. La novela le roba a las luces la lógica de la claridad; los fríos y coherentes razona- mientos de Baltasar desembocan en el lado impráctico del sentido. Por otro lado, la novela le roba al siglo XVIII puertorriqueño su historicidad; nos enfrentamos a una historiografía espuria. Como se trata de darle forma a un delirio, es decir, de construir una
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Francisco CabanillasBowling Green State University

LA POLÍTICA DE LA FICCIÓN: LA RENUNCIA DEL HÉROE

BALTASAR

La renuncia del héroe Baltasar es, según su autor, Edgardo RodríguezJulia, una novela "capricho" influida por las propuestas de, entre otros,El Bosco y Goya, la literatura erótica del dieciocho, la parodia, lastexturas lingüísticas, el virtuosismo, las crónicas y lo que el autor llamael ejercicio del poder. Me interesa en este trabajo desarrollar una lecturaa partir de esta última propuesta, "el ejercicio del poder"; que yo, a mivez, renombro como "la política de la ficción." Por "política de la ficción"debe entenderse, en las tres instancias que discuto más adelante, elplanteamiento de una relación hegemónica en la cual, de una u otramanera, el ejercicio de la literatura impugna y, dentro de cierta justiciapoética, sugiere a favor de una relación democrática.

En La renuncia Edgardo Rodríguez Julia plantea y desarrolla unsilogismo delirante como tributo a la razón impura; su caprichosidad esuna medida de su rigor lógico, o virtuosismo, dado al delirio. Ubicadaen el siglo XVIII puertorriqueño, la novela narra la invención de unconflicto político-erótico-racial en el cual el blanco poder políticohispano, representado por la Iglesia, es neutralizado, paralizado por elnegro "ingenio" afropuertorriqueño, representado por el excéntrico "héroeBaltasar."

Como dije, se trata de una invención; añado además que se trata deun robo en dos sentidos, cuya calidad de hurto conforma en granmedida la política del texto. Por un lado, el negro Baltasar le roba alobispo no sólo el juego político que éste instaura sino, más importante,la racionalidad del mismo -más adelante veremos hasta dónde llevaBaltasar la racionalidad del obispo. Visto desde un ángulo metafórico yun tanto paroxístico, África, en calidad de 'el otro', asume para llevarmás allá de la aporía el engranaje de la razón occidental. La novela leroba a las luces la lógica de la claridad; los fríos y coherentes razona-mientos de Baltasar desembocan en el lado impráctico del sentido. Porotro lado, la novela le roba al siglo XVIII puertorriqueño su historicidad;nos enfrentamos a una historiografía espuria.

Como se trata de darle forma a un delirio, es decir, de construir una

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escultura lingüística delirante, la novela no podía sino inscribirse en elsiglo XVIII, cuna de la ilustre racionalidad que llevada a sus últimasconsecuencias devino, como es sabido, en la soberbia del poder y en launidimensionalidad de la fuerza. Pero el siglo XVIII es además, segúnnos informa Rodríguez Julia, "el siglo de la fundación de la nacionalidadpuertorriqueña" (Ortega). Si se conjugan un poco los datos mencionadoshasta el momento, tenemos entonces que la novela se inscribe como unanovela histórica donde todo lo relacionado a la historia del siglo XVIIIpuertorriqueño llega al texto como invención, ficción literaria, que lo quemotiva el tejido textual es fundamentalmente un conflicto de poder yque, en el trasfondo de todo esto yace la formación de la identidadnacional puertorriqueña. Tal parece, pues, que de alguna manera lanovela propone, como subtexto, una ecuación en la cual la historia, laficción y la identidad remiten a la categoría del poder.

En efecto, como ha señalado con mucha precisión la crítica en relacióna la segunda novela de Rodríguez Julia, La noche oscura del niño Aviles(1984), de lo que se trata en esta novela es de elaborar hasta el cansancio"el tema de los peligros del poder que frecuenta el resto de la obra deRodríguez Julia" (Duchesne). El tema de los peligros del poder, junto consu aliado las figuraciones del deseo, conforman el denominador común,aunque maleable, de la literatura de Rodríguez Julia. En La renuncia, elpoder es sin duda alguna la piedra angular sobre la que gira la novela;su manifestación particular, en lo que toca al conflicto político, resultadelirante en la medida en que a lo que "renuncia" el héroe Baltasar esparadójicamente al poder político que, tras un impasse, el establishmentblanco le ofrece como única solución al callejón sin salida en quedesemboca la voluntad de control del prelado y el deseo de venganza deBaltasar. Precisemos: la renuncia de Baltasar es delirante, y a la vezborgesca, no porque no acepte el poder político que le ofrece eladversario poderoso sino porque al renunciar a ese poder, Baltasar seconvierte en un ser todopoderoso.

He ahí una de las fórmulas del texto. La racionalidad dieciochescadeviene en un casi misticismo del poder, lo cual equivale a decir que setransforma en pesadilla, en su otro. Como ente todopoderoso, Baltasartransforma el poder político en una metafísica de quietud y de negación.No obstante, lo importante es subrayar que el verdadero poder deBaltasar no es metafísico sino posicional: su quietud y renuncia surtenefecto en la medida en que tanto esa quietud como esa negación

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paralizan el plan político del obispo. Baltasar está dentro del plan delobispo, aunque fuera del alcance de éste. Está a su vez fuera del ejerciciopolítico, aunque en el centro de su dinámica. Baltasar no necesita asumirdirectamente el poder político porque tiene al obispo en jaque, desdefuera de la política lo controla todo. Ese control total, sin embargo, lositúa a la misma vez en el centro de la estratagema creada por el obispo.El plan ideado por el obispo, que es a todas luces una ficción en elsentido de haber sido todo un artificio que él mismo edificó para retenerel poder, se convierte en una historia (de poder) en la cual Baltasaradquiere una identidad que es producto de la ficción del obispo: es éstequien, sin proponérselo, lo hace héroe. Sin embargo, aunque el artificiodel obispo convierte a Baltasar en héroe, el obispo pierde el control y elpoder sobre el mismo: el objeto creado termina devorando al creador.

De este modo, puede señalarse un primer funcionamiento de lo quehe llamado "la política de la ficción," el cual, como se verá inmediata-mente, tematiza un tópico literario. Este consiste en la concepción deltexto como un objeto materializable en la relación con su otro, el lector.La política de la ficción establece, pues, una relación democrática entreel autor y el lector, nunca dada a la apropiación exclusiva. Lo quedramatiza La renuncia es la violación de este precepto, en tanto que elobispo, autor del plan-artificio, "escribe" su ficción desde una postura deautoría categórica. Su función como autor estriba en escribir paraapropiarse de Baltasar, su lector explícito. Baltasar constituye ese lectorque, mediante una lectura sagaz, desautoriza la voluntad hegemónica delautor. Su lectura es literalmente una reescritura del texto original delobispo. En juego en "la política de la ficción" está, por tanto, la políticade la significación: ese proceso en que el texto, en principio, se abredemocráticamente a la productividad del lector. Como toda política, estarelación está sujeta a medidas de fuerza. El obispo constituye unametáfora del autor "categórico y hegemónico," de ahí que su propiaficción lo traicione.

Como tantas otras novelas latinoamericanas, La renuncia contiene unadimensión metahistórica; propone una manera de escribir la historiadesde la literatura. Si Augusto Roa Bastos se propuso en Yo el Supremo"reprobar" la veracidad documental que la historiografía conservadoraprofesa, dice Roa Bastos: "los historiadores tratan de probar documen-talmente los hechos. Los narradores tratamos de reprobar los hechosmíticamente, imaginariamente ..." (Marcos), Rodríguez Julia se propone

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por su parte falsificar de plano toda o casi toda la historia, ya que todala documentación que se entreteje en la novela es genuinamente apócrifa.Lo único que no es producto de la invención literaria, razón por la quedigo que "casi" toda la historia es inventada, estriba en la configuracióndel poder como una disyuntiva entre las huestes blancas e hispanas quelo controlaban y las negras afropuertorriqueñas sometidas a aquéllas.¿Cuál es entonces la propuesta metahistórica de Rodríguez Julia?

Al inventar o falsificar el siglo XVIII en el cual transcurre la novela,Rodríguez Julia se adhiere, sin embargo, a una modalidad del discursohistoriográfico. Es decir, su invención o falsificación histórica se dadentro de una discursividad historiográfica cuya modalidad es más omenos análoga a la que propone y defiende Roa Bastos en Yo el Supremo,basada fundamentalmente en la intertextualidad de diversas seriescodificadas del conocimiento, en una pluralidad de voces y puntos devista que configuran un concepto de la historia en el cual las contradic-ciones, las rupturas y la discontinuidad están en constante juego (DeToro). Este modelo historiográfico tiene como objetivo plantear nuestroconocimiento de la historia dentro de la siguiente paradoja:

The past really did exist, but we can only know it today throughits textual traces, its often complex and indirect representations inthe present: documents, archives, but also photographs, paintings,architecture, films, and literature (Hutcheon).

La renuncia puede leerse paralelamente a la novela del paraguayo —ambos textos se publican en 1974— de modo que su falsificación históricase entienda como una impugnación a la historiografía tradicional y nocomo una negación de la historia. En suma, ambas novelas se enfrentana la historia como un fenómeno semiótico e instalan dentro de lanarración literaria una crítica al discurso historiográfico oficial que estambién, a un nivel más general, una crítica a la modalidad conservadoradel discurso de las ciencias sociales. Antonio Benítez Rojo resume elproyecto metahistórico de Hayden White, aplicable a las propuestas deRodríguez Julia, de la siguiente manera:

El discurso de las ciencias sociales ... es enunciado a través de unapluralidad de voces o tropos narrativos comunes a la ficción queresponde, en sus diferencias, a los distintos sistemas ideológicos

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donde los textos desean instalarse por anticipado. Quiero decirque la idea de la historia, en tanto disciplina del saber, carece deun lenguaje que la defienda y la exponga como tal, sino que esargumentada a través de un conjunto de diferentes lenguajesideologizados y ficcionalizados. (Benítez Rojo )

Esta relación entre la literatura y la historia, es decir, la manera enque desde la literatura se cuestiona la objetividad de la historiografíaoficial, es también otra faceta de la temática de los peligros del poder queconforma la obra de Rodríguez Julia. Desde este punto de vista, Larenuncia como texto se enfrenta, como en la novela se enfrenta Baltasaral poder de los blancos, al poder de la historia como discurso ajeno ymás allá de las convenciones literarias. A diferencia de Baltasar, sinembargo, la novela no renuncia sino que denuncia la pretensión del textohistórico a la categoría de ciencia, mostrando en el proceso que tras esapretensión se esconde una política: la política de la autoridad. Larenuncia de Baltasar, repito, constituye una denuncia a la autoridad delpoder eclesiástico respecto de su capacidad para "construir" la historia,de lo cual se desglosa una formulación mucho más general queconstituye, a grandes rasgos, un aporte de la literatura al conocimiento:la "Historia" la escribe "el poder" según le convenga alterar los hechos.Todas las alteraciones que efectúa el obispo en los documentos oficialespara poder llevar a cabo su plan, no solamente muestran cuan arbitrariosson los legajos que algunos historiadores se empeñan en considerar comoobjetos que trascienden su textualidad, es decir, como realidadesobjetivas, sino que, más importante, constituyen un retrato lúdico decuan ideologizado y ficcionalizado resulta el lenguaje del poder, que eneste caso en particular es también el lenguaje de lo que con el tiemposerá la historia.

Si el primer funcionamiento de "la política de la ficción" consistía enla tematización de un tópico literario, el segundo funcionamiento planteay desarrolla una postura teórica, la cual, según Linda Hutcheon,caracteriza la escritura de la novela histórica posmoderna. En ésta, comoseñalé anteriormente, la novela adopta la discursividad del textohistoriográfico, vía la adquisición real o apócrifa del archivo, conjunta-mente con un discurso autorreflexivo abiertamente literario. Hutcheonresume la finalidad de esta práctica de la siguiente manera:

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Historiography too is no longer considered the objective anddisinterested recording of the past; it is more an attempt tocomprehend and master it by means of some working (narra-tive/explanatory) model that, in fact, is precisely what grants aparticular meaning to the past.

Al adoptar el modelo del texto historiográfico, La renuncia asume unaidentidad ficcional, análoga a la identidad que asume Baltasar.Disfrazarse de conocimiento histórico implica, igual que en el caso deBaltasar, ostentar el poder. Tanto en el caso de Baltasar, quien se hacepoderoso como respuesta crítica a la racionalidad política del obispo,como en el caso de la novela, que se hace historia para criticar lahistoriografía, la relación que enlaza la historia y la ficción con elconcepto de la identidad establece por un lado, una relación decomplicidad con el poder y, por el otro, simultáneamente, de crítica. Estarelación paradójica entre la complicidad y la crítica constituye el tercerfuncionamiento de "la política de la ficción," el cual, en términosgenerales, pone en práctica una consideración crucial en la posmoder-nidad (Hutcheon). Lo posmoderno, en cualquiera de sus manifestaciones(arquitectura, pintura, literatura, etc.), no se vislumbra como un conceptosino como una problemática, es decir, como un complejo heterogéneo depreguntas interrelacionadas imposible de silenciar con una respuestaunitaria (Burgin).

De este modo, la política de la ficción apunta a una reflexiónposmoderna del poder, ante la cual cabe destacar su inescapabilidad. Asícomo Derrida propone como ilusoria la posibilidad de que elpensamiento pueda articularse fuera o más allá del discurso filosófico dela razón (Norris), Rodríguez Julia propone como ilusoria la posiblilidadde una política ubicada fuera o más allá de los peligros del poder. Baltasarprotagoniza, con su renuncia, el intento de cerrar el juego del poderpolítico con una respuesta unitaria y total; de ahí que su crítica al podersea, en vez de posmoderna, romántica. Su renuencia a acatar elmaquiavelismo del obispo, que por supuesto es altamente pragmático,lo lleva al nihilismo. Baltasar renuncia a ver el poder como un juegoinescapable de diferencias, es decir, como un trámite en el cual el exceso,venga de donde venga, constata un intento de homogeneización, y optapor la alternativa contraria al poder oficial: el caos y la destrucción comoúnica salida al problema.

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Como texto, La renuncia renuncia a asumir el modelo crítico queBaltasar adopta frente al poder, si bien, como he señalado, comparte elelemento crítico. Su política como ficción, frente al poder de lahistoriografía, no es categórica, es decir, no antepone la ficción a lahistoriografía sino que las articula de un modo, sobre todo, interrogativo.¿Dónde empieza la ficción en la reconstrucción del pasado? es, porsupuesto, la pregunta que la novela formula y que, a su vez, renuncia acontestar de un modo baltasariano. Lo que sí queda claro, en cuanto ala política de la ficción frente a la de la historiografía, es que la historiacomo discurso no puede escapar de los recursos de la literatura, delmismo modo que ninguna política puede escapar de los excesos delpoder. La historia y la literatura, la política y los peligros del poder seplantean como prácticas interdependientes, como es interdependiente larelación entre el texto y el lector. La novela tampoco intenta cerrar elproblema de la identidad, es decir, proponer que, por ejemplo, todo esficción o que, por otro lado, la identidad de los puertorriqueños es, porsus vicisitudes políticas, una pesadilla irremediable.

Todo lo contrario. Si la historia, que conforma el conocimiento sobreel cual se perfilan los conceptos de la identidad, constituye un saber alcual sólo podemos llegar a través de textos, entidades semióticas y, portanto, dotadas de mecanismos narrativos, es decir, literarios, entoncescabe la posibilidad de que, como en la política de la ficción, funcione enla construcción de la identidad una política que, inescapablemente,elabore sus conceptos o desarrolle sus problemáticas paradójicamente, esdecir, valiéndose tanto de la complicidad como de la crítica respecto delpoder que en determinada situación intervenga hegemónica osolapadamente en el proceso de construir o vislumbrar la identidad.

Bibliografía

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Burgin, Víctor. The End of Art Theory Criticism and Postmodernity. New Jersey:Humanities Press International, 1986. 164.

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Norris, Christopher. Derrida. Cambridge: Harvard University Press, 1987. 214.Ortega, Julio. Reapropiaciones. Cultura y nueva escritura en Puerto Rico. Río

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